No hay duda de que los cubanos somos un pueblo musical. Muchas personas -y nosotros también- opinan que es debido a las raíces españolas y africanas que, unidas, hicieron una fusión única (o mezcla, o mezcolanza, como quieran llamarla, pero única en definitiva). Los esclavos negros que vinieron a la isla trajeron sus raíces en las que la danza eran una forma de expresión y de evasión, y esa forma de comunicación se mezcló con la de los españoles y así surgió la rumba cubana y el sensual guaguancó.
En las primeras décadas del siglo XIX nació entre la burguesía una contradanza que, junto con géneros como la habanera y el danzón, dieron como resultado el son oriental que se extendió por toda la isla en el siglo XX, y después por el mundo. También de estos y de otros, como la criolla o la guajira, emergió el bolero, un ritmo nuevo con una fuerza única en la que también tuvo influencia la zarzuela española y otros tipos de canciones europeas, como la romana italiana o la canción francesa. El primer bolero lo compuso Pepe Sánchez en nuestra cuidad Santiago de Cuba y se llamó «Tristeza». Nosotros no lo tenemos en el repertorio pero vamos a integrarlo muy pronto como homenaje a un género que nos gusta mucho y está siempre en nuestra trayectoria. Aquí os lo dejamos para que os deleite.
En una próxima entrada de nuestro blog les vamos a hablar del mambo. Y echamos la vista atrás para recordar nuestra primera gira por Europa, la que nos permitió estar hoy aquí con ustedes.